10 feb 2012

2009, PEÑON DE IFACH, CALPE





        Este Peñon es una referencia geográfica de la costa alicantina, a lo lejos su cima parece ser inalcanzable para una mujer embarazada de 4 meses y un novato del senderismo, pero la verdad es que la primera mitad del ascenso es solo una leve cuesta por un camino de tierra aplastada y piedras allanadas, un simple paseo cuesta arriba. La segunda mitad comienza cruzando un túnel, que no es ni más ni menos que una enorme perforación al peñón, cuyo suelo de piedra es traicioneramente resbaladizo. Desde aquí hasta el final de las partes más empinadas uno podía ayudarse de fuertes sogas amuradas a las paredes. Casi sin darnos cuenta llegamos al tramo final, nuevamente con senderos y sin necesidad de sogas, aquí las gaviotas y garzas que pueblan las laderas se manifiestan en una amplia gama de alaridos diversos, por momentos confundibles con un unpluged de Lady Gaga a “capella” y sus histéricas fans coreando “WRA WRA U LALA A”. Pero también están las que practican acrobáticos aterrizajes y las sabias observadoras del lejano horizonte, ya cerca de la cima nos topamos con mama y papa gaviota vigilando los primeros pasos de su polluelo en medio del único lugar por el que podíamos continuar, me acerque al mejor estilo "Discovery Channel" y mientras hablaba a la cámara se me abalanzaron los avechuchos encabronados y se alejaron dejándome acobardado. Diez minutos después conquistamos la cima donde disfrutamos de un pequeño picnic bajo un cielo azul marino.


  













           A los pies del peñón se encuentra “la lonja”, aquí atacamos una abundante variedad de pescados y mariscos recientemente capturados por un precio muy económico, lo que a veces suele dar un saborcito extra a las comidas, a lo que también colabora, el ambientillo ferial que aportan estos privilegiados restaurantes a pasos de la orilla por la que reciben la mercadería fresca. Con las panzas más que llenas salimos en busca de una cala de piedra escondida tras la cara occidental del peñón. El sol calentaba lo suficiente y nos aventuremos a bucear en sus heladas aguas verdes que hacían danzar grácilmente variedades de pequeños peces de colores. Con unas simples “antiparras” y a pulmón, nos entrelazamos bajo el agua ante los coloridos curiosos. A la salida “Suni” adoptó el estilo lagarto sobre piedras gentiles, su cuerpo tembloroso recuperó temperatura y tonalidad rápidamente mientras yo recordaba nuestra perfecta sincronización.



          
        

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