Cuando llegas
a Argentina después de tres años de ausencia algunas cosas pueden resultar
extrañas, como que una empresa como “Tienda León” no disponga de una pantalla o
al menos un pizarrón para escribir con tiza los horarios de salidas, en vez de
eso funcionan con el boca a boca y la destreza del mismísimo chofer, que a la
hora señalada por el “ventanillero”, pasa a buscar a los pasajeros
aleatoriamente entre la muchedumbre normal de un gran aeropuerto y los guía en
fila india hasta el minibús. Llegamos a “Mardel” destrozados por 30hs de viaje
y ahí estaban los renovados abuelitos, él con 10cm nuevos de cintura y ella con su pelo negro semanalmente atendido. Entre alborotos entendibles por el reencuentro arrancamos
para casa, disfrutamos mostrándole a Su las inclemencias del tráfico y del
estado “lunar” de nuestras calles. Acá el peatón no es prioridad ni si quiera
en el paso de peatones, acá los carriles solo se pintan en las avenidas aunque
siguen siendo optativos, el zigzagueando entre ellos es el deporte favorito del
conductor argentino y entre estos la prioridad la obtiene el que pone más la
trompa o en su defecto, el que tiene el asiento más alto sobre el nivel del
pavimento. A uno le emociona acercarse al barrio residencial, donde cada casa,
singular a su manera, dispone de veredas anchas y diversos árboles, plantas y
flores, tan distinto a las urbes europeas plagadas de edificios y
urbanizaciones repetitivas, donde todo es comercio, edificio y palmera. De entrada picadita, el viejo se deleitó en expresiones de placer mientras degustaba el arsenal de embutidos de contrabando que entramos al país, en total más de 5kg de “chicha” pro española que pasaron sin problema los controles. Dejamos a la beba dormida y nos fuimos a la boda del “chamu”, Suni tuvo así su primer cena argentina, como no podía ser de otra manera fue a base de asado, matambre y cordero. Nos disponíamos a una rápida digestión para empezar la fiesta propiamente dicha cuando sonó la llamada del ultimátum. Zoé se había despertado en un lugar desconocido y no tenía intención de amainar su llanto, en quince minutos estábamos en casa pero los encontramos rendidos y roncando con los dibujitos animados. El “Jetlag” más la comilona y el champagne de bienvenida nos dejó atontados mas de 48hs, y para rematar la vuelta a mi tierra, lo empalmé con una infección del dedo chiquito del pie (similar a una frutillita machucada por entonces) y después con una reacción alérgica hasta ahora misteriosa que me dejó los dedos hinchados y cubiertos de pequeñas ampollas que le daban a mis manos un aspecto caricaturesco.
Más importante que mi reencuentro con familia y
amigos fue el encuentro de todos ellos con Suni y Zoé, compartimos tarde y mesa
dulce en el ya mítico pasillo 2 del balneario 22 de punta mogotes, hicimos pocitos
y precarios castillos de arena con Zoé en sus extensas orillas llanas y
chapoteamos en las frías aguas atlánticas para luego dormitar al mejor estilo
lagarto. Paseamos por el barrio, recorrimos la ciudad y la renovada costa marplatense
con las explicaciones e historias del abuelo, en un día nublado nos caminamos
las playas del sur vacías mientras los surfistas corrían al mar, visitamos la
laguna y la sierra de los padres, el nuevo zoológico, el bosque peralta ramos y
el country de Rumencó. Zoé disfrutó de la versión original del “chingui
chingui”, de su primer hidromasaje con burbujas y de su primer, segundo y
tercer asadito. Suni vio con asombro la sobrepoblación de nuestras playas, la
omnipresencia del dulce de leche en mi tierra y el exceso del mismo sobre los
wafles. Todos juntos caminamos hasta el faro bordeando los lobos marinos y
contemplamos desde la punta de la escollera la postal iluminada de mar del
plata, una ciudad amigable y sencilla, cuya mayor oferta es el calor de una
gente que siempre estará en mi corazón. Desde acá prometo una mayor dedicación a
mis amigos para la próxima.
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Punta Mogotes |
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Playas del Sur |
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Laguna de los Padres |
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Sierra de los Padres |
La
etapa marplatense llegaba a su fin y nos fuimos de fin de semana familiar a Mar
chiquita con los tíos, primos y sobrinos, a los cuales agradezco su interés y
hospitalidad para con nosotros. Tienen una hermosa cabaña de madera a pocos
metros de una extensa playa salpicada de médanos, huyendo de sus tábanos
hambrientos llegamos a jardines deshabitados ocultos por altos pastizales,
paseamos en bici por sus calles de arena y probamos sus aguas, nos deleitamos
con la bravura del oleaje que otro día rebasaba con poderío la humilde escollera
e inundaba sus playitas, mientras los windsurfistas aprovechaban la potencia
del viento oceánico que los impulsaba a enormes velocidades. Paseamos en
camioneta por Villa Gessel, Mar de las Pampas y Cariló, que destaca como pueblo
pintoresco por su visible diseño sostenible, respetuoso con la naturaleza y en
perfecta armonía con el bosque tupido de altísimos árboles que lo rodea y lo
recorre.
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Cariló |
Llegó
la inevitable despedida y un largo pero confortable viaje en bus hasta la
Patagonia, Villa La Angostura, donde mi hermano Facu con Marce, Aure y Jero nos
esperaban en su complejo de cabañas, situada en uno de los lugares más bellos
que un viajero naturista pueda conocer. Aquí la cantidad y calidad de
excursiones es desbordante y para organizar nuestra apretada agenda
montañística, nos guiamos plenamente por los experimentados concejos de Facu “el
meteorólogo” y Marce. El primer día alquilamos un coche para hacer parte de la “Ruta
de los 7 lagos”, bordeamos el “Lago Correntoso”, donde paramos para perseguir ovejas
y jugar con una familia de patos y admiramos el arcoíris más cercano que he visto
en mi vida. Seguimos hacia Villa Trafull, surcando una zigzagueante carretera
de piedra atravesando arroyos, probamos sus aguas heladas e hicimos un picnic enmarcado
con montañas de picos nevados, lagos calmos y jardines frondosos. Recorrimos la
Villa y ascendimos a pie hasta la cascada "Coa Co", donde avistamos y escuchamos al
endémico “Huet Huet” que canta igual que se llama. Volvimos a las cabañas recorriendo
“El Valle Encantado”, donde las rocas y picos montañosos de un paisaje
semiárido, han jugado a las formas durante cientos de miles de años.
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Patos amigos en el Lago Correntoso |
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Corriendo cabras |
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Picnic Camino a Villa Trafull |
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Mirador de Villa trafull |
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Villa Trafull desde cascada Coa Co |
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Cascada Coa Co |
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Huet Huet |
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Valle Encantado |
La mañana
siguiente nos fuimos al Bosque y parque natural de Arrayanes, al cual accedimos
en ferry. Originalmente los arrayanes son pequeños arbustos, pero solo en este
lugar del mundo han evolucionado en majestuosos árboles que superan los 25mts,
reflejando desde lejos su característico color anaranjado, de finísima y húmeda
corteza como el papel, en la que algunos ignorantes se han atrevido a marcar
con leyendas de amores pasajeros. Aquí comienza una caminata lineal de seis
horas, pasando por lagunas internas y descomunales árboles derribados por la
estúpida misión de allanar un camino demasiado ancho para el senderista, que
hacia el final del recorrido comienza a bordear la península, revelando su
angosta entrada (que le dio nombre a este mágico lugar) y las magistrales
vistas al legendario Nahuel Huapi.
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Ferry al Bosque de Arrayanes |
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Parque Nacional de Arrayanes |
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Árbol caído en el camino |
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Vista al Nahuel Huapi |
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P.N de Arrayanes y Nahuel Huapi |
Nuestra próxima
aventura la encaramos solos, dejando a Zoe con sus tíos y primitos que nos
llevaron en “La Bimbo” hasta donde se termina el camino a motor. Esta
expedición nos llevo por la ladera del “Filo Velvedere” por un pequeño sendero
repleto de obstáculos hasta que comenzó a internarse, en este punto el sendero
desaparece y uno va persiguiendo pequeñas marquitas rojas que han dejado los
expertos para llegar a destino, entre fango profundo, abruptas bajadas y
pequeñas escaladas uno debe abrirse paso durante un par de horas. El sendero reaparece
a la vez que se escucha a lo lejos la “Cascada Inacayal”, llegar y contemplar
el cautivante entorno desde la misma cascada, fue uno de esos momentos que
detiene el tiempo. Después me aventuré, esta vez yo solo, cascada arriba entre
las rocas y la corriente, escalando tres pequeños saltos bajo su corriente y
sintiéndome el explorador de un nuevo mundo. Emprendimos la bajada y nos
perdimos, después creímos haber encontrado el camino pero seguíamos perdidos,
nos cruzamos con unos tipos que nos indicaron otra salida, “la nuestra” ya
estaba lejos, en este camino tuvimos que entrar y cruzar una propiedad privada
con una casita acristalada, una laguna desviada artificialmente y algunos caballos
en excelente estado entre otros lujos. Unas horas más tarde llegamos al pueblo
exhaustos pero satisfechos, para compartir como cada día la cena con la familia,
momento en el que nos contamos nuestras vivencias y planeamos la siguiente
excursión.
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Filo Velvedere |
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Cascada Inacayal |
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Al borde de la cascada |
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Cascada arriba |
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Galope de bajada |
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Paso en falso |
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Propiedad privada |
El
último día lo pasamos todos juntos en “La aguada del burro”, un lugar que solo
conocen los locales, ya que está oculto a 20min. de caminata tras la arboleda
lateral de una carretera en un punto cualquiera. Esto lo convierte en una
playita casi virgen con orilla al “lago espejo”, que hace fiel honor a su
nombre por sus aguas cristalinas en las que se duplica a la perfección el
horizonte y en las que habitan truchas arcoíris, una de las cuales tuve el
honor o más bien el “o..ete” de pescar. Acto seguido fuego, parrilla y a
saborear sobre la arena volcánica acompañado de mi familia en un marco
incomparable, al que no tardaron en sumarse las avispas dispuestas a sumarse al
festín. Los niños juegan en los pastizales que nacen en la orilla, la beba
entra y sale del agua en evidente armonía, una pequeña y tupida cascada apenas
avisa de su presencia ante el cautivante silencio que llena el ambiente de paz
y tranquilidad. Momentos como este y como aquel en el que compartimos un
pequeño bote de goma con mi hermano, se elevan sobre esa categoría para ser
experiencias de vida que te acompañaran para siempre. En estas circunstancias
tan relajantes es fácil perder la noción del tiempo, levantamos campamento a
las prisas, caminata a paso ligero hasta “la Bimbo” y llegamos a la estación de
buses justo a tiempo para embarcarnos en otra larga jornada de autobús, esta
vez hasta bs.as. una escala mucho menos motivadora para mí, pero evidentemente necesaria
para Suni.
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Lago espejo desde La aguada del Burro |
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Listos para pescar |
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Suerte de principieante |
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La familia ya se conoce |
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Frente a la cascadita |
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Lago espejo |
Durante
nuestra corta estancia visitamos El tigre que podría ser más bien El Termitero,
San Telmo y sus ferias, Caballito y La Boca donde escuchamos tango entre las
antiguas casas de pescadores, pintadas con los sobrantes de las coloridas
pinturas para barcos, lo que es hoy la típica postal del barrio y la capital.
Además de Plaza Francia, Plaza Serrano y otros alrededores, siempre con la grata
compañía de mi querida primita Silvana y su novio a quienes les agradecemos su
disponibilidad e intención de compartir tiempo con nosotros. Y así llego la hora de volver, con nostalgia pero satisfechos, conscientes de que ésta fue la primera de muchas vueltas, les decimos ¡Hasta la próxima Argentina!
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El sin cabeza diez pesitos !! |
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