15 feb 2012

2010, LOS PIRINEOS, CAÑÓN DE AÑISCLO

         Una angosta carretera ondulante desciende hasta la boca del cañón, aquí hay una pequeña y pintoresca caseta de información desde la cual se aprecia lo imponente de semejante masa de tierra separada por movimientos tectónicos descomunales. La aventura comienza a los pies de tan majestuoso accidente geográfico (que medido en estos términos debería considerarse una tragedia, un desastre apocalíptico geográfico) y transcurre bordeando siempre cuesta arriba, una de sus abruptas paredes infinitas. Cada tanto nos regala cascadas abiertas a un lado que invitan a tumbarse sobre las rocas que limitan con sus caídas y así contemplar la cresta de la omnipresente pared de en frente codeándose con el mismísimo cielo, dotada de altísimos huecos profundos, antiguos palacios de aves prehistóricas que hoy bien servirán como refugio de los míticos "Buitres Rompehuesos", un carroñero endémico de casi 3mts de envergadura que domina las alturas de estos parajes y que tuvimos la suerte de contemplar a lo lejos.







 

               En una amistosa curva perfectamente iluminada y templada por el sol en su punto justo, con la compañía de una amable cascada bebe y unos metros de llano tan adecuados como inesperados, paramos para disfrutar de un almuerzo en un marco inolvidable. Suni venía arrastrando un dolor en el tobillo que se agudizó al enfriarse, llevábamos ya 5hs de ascenso por el cañón interminable, el camino no revelaba la distancia hasta la cima y nosotros no contábamos con esa información (grave error para quien se planteé esta ruta salvaje) La dejé descansando con Zoe para investigar y después de 10 min. al trote seguía sin pistas sobre el destino final. Sabiendo que la vuelta imprimiría mucha presión sobre el tobillo maltrecho, volví sabiendo que debíamos parar, más allá de cualquier espíritu de aventurero con ansias de completar un desafío, la responsabilidad por el bienestar y el verdadero goce de mis nenas siempre será más fuerte. Ante nosotros la muralla de piedra moldeada con violencia se arquea como una ola descomunal formando su pico y ocultándonos el cielo.


 







Galopar en bajada estas pendientes despertó en mi quizás los instintos más primitivos, información milenaria de mis células que me estimularon como nunca antes en la vida. Todo lo que conforma este incomparable bioma es saciador, el aire que parece llevarse las impurezas de nuestros órganos, el agua pura que los revitaliza con sus minerales frescos e intactos, los caminos sinuosos y la ausencia de ellos, la tierra fértil y la piedra milenaria, sus húmedos bosquecillos encantados tupidos de líquenes diversos, sus cataratas y sus puentes, sus abismos y la inmensidad que aquí te rodea, todo suma para redondear el placer del camino recorrido a cada instante sin necesidad de una postal final.







           Llegamos al auto y una pareja senderista nos comenta de un mirador imperdible, subimos 5km por una pequeña carretera hasta llegar al lugar que regala una panorámica del cañón, la postal que faltó por no llegar a la cima la encontramos aquí. A esta distancia y altura se aprecia la magnitud del camino recorrido, habíamos estado allí dentro y ahora nos besamos ante él, un momento emotivo, un marco majestuoso, una aventura inolvidable y sumamente recomendable.  


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