14 feb 2012

2010, LOS PIRINEOS, ORDESA

      Recorriendo las carreteras del "Alto Aragón" se hacen inevitables las paradas para contemplar paisajes cautivantes, se van acentuando las subidas, bajadas y curvas que nos llevan hasta "El Valle de Broto" al que cruza el río Ara y adorna la "Cascada del Sorrosal". Nos hospedamos en una casita entre ambos caudales de agua pura, en cuyo patio trasero pastaban las vacas con cencerros, estos elementos formaban el sonido ambiental permanente de este pueblito encantador.
Balle de Broto

          Llegamos hasta el punto de partida de la travesía a las 11am después de 20min. de camino en coche que advierten de la majestuosidad que se avecina. Ya a pie comenzamos bordeando un río calmo con el imponente telón de montañas nevadas de cimas invisibles, lentas y constantes nubes y nebulosas son el techo movedizo del eterno paisaje. El camino todavía ancho haciende rápidamente formando interminables laderas, millares de hojas que antes lucieron toda la gama del otoño habían dejado casi desnudos a sus millares de árboles, flotando a sus pies en un mar pardo y arremolinado con islotes de nieve cuyos bordes modelados por el agua simulan "glaciares bonsái". 
                      




           Al otro lado abunda el liquen en árboles erguidos y tumbados que aportan pinceladas transversales a un territorio húmedo y sin caminos al que nos adentramos algunos minutos. Bajo una garúa finita que luego fue agua nieve y después nevada, hacendemos durante 4hs, el murmullo del río se transformo en bramidos y rugidos de cascadas poderosas que se estrellaban con cuevas para luego transitar túneles imposibles y descansar en piletones color esmeralda. Otra enmudeció y yacía estática convertida en una gran pared de hielo, mas adelante a casi 2mil mts de altura "Las gradas de Suaso" (cascadas escalonadas) marcaron nuestra cima. 




Las gradas de Suaso, 2mil mts. de altura
        Comimos en una caseta de troncos en la que solo entraban dos personas sentadas, la única señal del hombre que avistamos durante las últimas horas de camino y emprendimos el descenso no sin antes admirar y admirarnos, sentir y sentirnos una pareja con su hija en territorio natural y salvaje con todas las letras, 3hs mas de bajada revelaron paisajes imponentes que antes se habían camuflado a nuestras espaldas, la última hora del otro lado del río y ya a menor altura, atravesamos una pradera arbolada en la que diversos pájaros nos cantaban el adiós, sentimos el cansancio mas extasioso jamás conocido, nuestras piernas avanzaban solas pero nosotros caminábamos mas juntos que nunca.








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